Fumar un puro es una experiencia dinámica en la que los sabores y aromas evolucionan desde el primer encendido hasta la última calada. Esta progresión en el sabor es una de las características más fascinantes de disfrutar un buen puro. A continuación, te explicamos cómo se desarrolla esta evolución en tres etapas clave: el primer tercio, el segundo tercio y el último tercio.
El primer tercio del puro es donde se establecen los sabores iniciales. Aquí es donde se presenta el carácter del puro, con notas que suelen ser más suaves y menos complejas. Es un momento para familiarizarse con la mezcla de tabacos y la capa.
En el segundo tercio, los sabores se intensifican y se vuelven más complejos. Este es el punto medio de la fumada, donde la mayoría de los fumadores encuentran el perfil de sabor más equilibrado y robusto. Aquí es donde los matices del tabaco se expresan plenamente.
El último tercio es donde los sabores alcanzan su punto máximo. Este tramo final puede ser más intenso y a veces más fuerte, con una concentración de los sabores más potentes. Es una fase para saborear los restos de la mezcla y disfrutar de los matices más profundos.
Para experimentar plenamente la evolución de los sabores, es importante fumar el puro lentamente. Tomarse el tiempo para cada calada y dejar que el puro se enfríe entre ellas ayudará a que los sabores se desarrollen de manera óptima y a evitar que el tabaco se sobrecaliente, lo cual podría alterar los sabores.